contadores
lunes, 3 de agosto de 2009
TRAJES DE LUCES SONÁMBULO
Trajes de luces que llevaron jueces;
también actrices,
y empleados tan despiertos como una señal,
te esperan.
Hechos con medidas difuntas.
Un funeral vendrá a por ellos.
El traje color de oro fue el más usado,
por eso, hoy, no sirve para nada, quizá para
pasearlo sin guardaespaldas.
El color que debes aprender de memoria
es el verde. Lleva tus iniciales repujadas.
El miedo tampoco servirá, intactos burladeros
esperan tu descenso,
y para las actrices un piano de cola con
música de Mozart;
para los jueces la orquesta no querrá tocar.
Los empleados llevarán pan.
Trajes de luces para un responso lleno,
sin entradas por vender.
Tampoco se aceptan devoluciones.
Trajes de luces que llevaron jueces;
también actrices,
y empleados tan despiertos como una señal,
te esperan.
Hechos con medidas difuntas.
Un funeral vendrá a por ellos.
El traje color de oro fue el más usado,
por eso, hoy, no sirve para nada, quizá para
pasearlo sin guardaespaldas.
El color que debes aprender de memoria
es el verde. Lleva tus iniciales repujadas.
El miedo tampoco servirá, intactos burladeros
esperan tu descenso,
y para las actrices un piano de cola con
música de Mozart;
para los jueces la orquesta no querrá tocar.
Los empleados llevarán pan.
Trajes de luces para un responso lleno,
sin entradas por vender.
Tampoco se aceptan devoluciones.
GOTAS DE ORO
Gotas de oro desde el ábside caían.
Asombrado te rendiste.
Dolía el contacto de tu piel con su suerte;
era oro pero quemaba su donación.
A tu alrededor la misa.
El cáliz te aguardaba. Tus nervios eran
un soplo a punto de extinguirse; y el oro, en gotas,
seguía persiguiéndote. Buscaste con la mirada
el primer pecado, pero era otro quién ya lo poseía
Filas de mártires, sin devoción, ocupaban
asientos pagados; el tuyo, de mármol y madera,
sobre el mejor sitio, fijaba tu suerte.
Las gotas, pasado el tiempo,
siguen cayendo sobre
páginas corrompidas, sin escribir;
los poemas se autodestruyen en tu boca,
tus libros son ausencias terminadas,
traducidos a un texto sin ti.
Tanto es el olvido que se te aparece
que te mojas si llueve,
y en el verano no estás,
y si hace frío lo sabes;
y cada vez más insomnios te sorprenden despierto.
Gotas de oro desde el ábside caían.
Asombrado te rendiste.
Dolía el contacto de tu piel con su suerte;
era oro pero quemaba su donación.
A tu alrededor la misa.
El cáliz te aguardaba. Tus nervios eran
un soplo a punto de extinguirse; y el oro, en gotas,
seguía persiguiéndote. Buscaste con la mirada
el primer pecado, pero era otro quién ya lo poseía
Filas de mártires, sin devoción, ocupaban
asientos pagados; el tuyo, de mármol y madera,
sobre el mejor sitio, fijaba tu suerte.
Las gotas, pasado el tiempo,
siguen cayendo sobre
páginas corrompidas, sin escribir;
los poemas se autodestruyen en tu boca,
tus libros son ausencias terminadas,
traducidos a un texto sin ti.
Tanto es el olvido que se te aparece
que te mojas si llueve,
y en el verano no estás,
y si hace frío lo sabes;
y cada vez más insomnios te sorprenden despierto.
Suscribirse a:
Comentarios (Atom)