GOTAS DE ORO
Gotas de oro desde el ábside caían.
Asombrado te rendiste.
Dolía el contacto de tu piel con su suerte;
era oro pero quemaba su donación.
A tu alrededor la misa.
El cáliz te aguardaba. Tus nervios eran
un soplo a punto de extinguirse; y el oro, en gotas,
seguía persiguiéndote. Buscaste con la mirada
el primer pecado, pero era otro quién ya lo poseía
Filas de mártires, sin devoción, ocupaban
asientos pagados; el tuyo, de mármol y madera,
sobre el mejor sitio, fijaba tu suerte.
Las gotas, pasado el tiempo,
siguen cayendo sobre
páginas corrompidas, sin escribir;
los poemas se autodestruyen en tu boca,
tus libros son ausencias terminadas,
traducidos a un texto sin ti.
Tanto es el olvido que se te aparece
que te mojas si llueve,
y en el verano no estás,
y si hace frío lo sabes;
y cada vez más insomnios te sorprenden despierto.
lunes, 3 de agosto de 2009
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